domingo, 10 de abril de 2016

PSICOLOGIA PARA UN MEDIADOR

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Publicado por: Lady Parra
¿Qué puede hacer el mediador para manejar las emociones y cambiar la actitud de los participantes?

Lo primero que debe aprender un mediador es que cuando dos o más personas entran en conflicto, no se comportan de forma racional y normalmente se dejan llevar por factores emocionales que los empujan hacia posiciones cada vez más rígidas. Aristóteles definía la emoción como una condición según la cual el individuo se transforma hasta tal punto que se queda con el juicio afectado. Otro de los filósofos clásicos, Séneca, consideraba las emociones como algo que puede convertir la razón en esclava.

Cuando un conflicto no se conduce y se resuelve de forma eficaz, puede resultar sumamente destructivo. Los involucrados pueden verse bastante afectados, invirtiendo
tiempo, energía y dinero, en un proceso que en ocasiones puede ser devastador. Una de las tareas que debe de realizar el mediador, para que las partes puedan llegar a una solución mutuamente acordada, es proporcionarles el contexto adecuado para acercar sus posiciones. Esta labor no es fácil, ya que casi todos los conflictos implican daños morales, entrando en juego factores como la amenaza de las propias creencias y valores, perjuicios en la reputación profesional, pérdida de derechos que la persona cree legítimos o el detrimento de bienes económicos, entre muchos otros.

Es importante que el mediador cuente con estrategias que le ayuden a provocar un cambio de actitud, es decir, una nueva forma de ver la disputa. El mediador impulsa a los litigantes a percibir el problema desde una nueva perspectiva despojada de aspectos emocionales que bloquean su razonamiento y les impide alcanzar la solución. Solo cuando se logra este cambio de postura, las partes estarán preparadas para aceptar soluciones que desde sus posiciones rígidas iniciales habían rechazado.

Uno de los aspectos fundamentales que aporta la psicología a la mediación son las técnicas de comunicación y las habilidades para tratar a las personas. La escucha activa y la empatía son dos de las habilidades que todo mediador debe de aplicar en el proceso de resolución de conflictos. La escucha activa se refiere a la capacidad para escuchar plenamente y de forma global a las partes, así como la capacidad de demostrar que se ha escuchado realmente. Las partes tienen que recibir un retroalimentación por parte del mediador de que están siendo escuchadas y también sentir que están siendo comprendidas, es decir, que el mediador está siendo empático y les está demostrando confianza. La apreciación de estar siendo escuchado y comprendido tiene un gran poder para activar el cambio actitudinal que buscamos.

Las investigaciones en neurociencia han demostrado que la expresión de aspectos negativos desencadena un ciclo de escalada de emociones que hacen que la resolución del problema sea más complicada. Es por ello que comenzar la Mediación enfocando a las partes hacia lo positivo en lugar de hacia lo negativo posibilita la creación de alianzas. El mediador debe de alentarlos en todo momento a trabajar juntos, uno al lado del otro, atacando el problema y no atacándose mutuamente.

Este enfoque centrado en lo positivo y en la solución del problema, que nos aporta la Psicología Positiva, lo que pretende es potenciar los rasgos individuales positivos como las fortalezas del carácter, talentos, intereses, los valores y puede ser empleado en todas las fases del proceso de mediación ya que resulta un método enormemente valioso y eficaz en la resolución de disputas.
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Gongora, F. (29 de 10 de 2015). Resuelve Ahora. Mediación e Intervención Psicosocial con Familias y Menores. Recuperado el 04 de 04 de 2015, de https://resuelveahora.wordpress.com/


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